CAPÍTULO 13
Volvieron a visitar a Celsio quien
estaba muy contento porque había apresado a Amasis y así podría evitar la
muerte de Tiberio.
Los soldados llevaron a Amasis delante
de Estéfanos y pudieron ver que estaba lleno de golpes.
Comprobaron que Amasis les había mentido.
Después de abandonar la tumba de
Benerice intentó desprenderse del papiro y se dirigió a Sinaí.
Interrogaron a Amasis quien dijo que él
había asesinado a Petrosiris de un golpe en la cabeza y a Siamon envenenándolo
para robarle el papiro en el teatro de Pompeya.
Después lo vendió a un judío llamado
Abun por un millón y medio de sestercios.
Abun compró el papiro para que Tiberio
no supiera que existía Jesús de Nazaret.
Abandonaron a Gelio, y al salir llegaron
a la conclusión de que el Amasis del desierto y el Amasis de Alejandría no eran
la misma persona.
Pensaron que podían ser dos gemelos, con
el mismo nombre, uno de ellos inocente y otro culpable de la muerte de dos
personas.
Más tarde decidieron ir a ver a Filón el
judío, seguidor del filósofo Platón, a quien no veía desde hacía once años.