CAPÍTULO 11
Después de una jornada montados en
camello, llegaron a la tumba Benerice.
Ésta, no era más
que una cueva excavada al pie de una pequeña colina cuya entrada estaba
cubierta de escombros hasta el dintel.
Manio fue el encargado de desalojar de escombros la
puerta y Estefanos preparó lo necesario para entrar en la cueva.
Como el pasadizo estaba lleno de escombros también tuvo
que ayudar a retirarlos, tarea que les llevó dos días.
Tras deambular por diferentes estancias de la cueva, por
fín llegaron a la cámara funeraria comprobando que la tumba había sido
desvalijada por los ladrones.
Estéfanos con un candil pudo comprobar que alguien había
picado en la pared, con el propósito de borrar los jeroglíficos.
En el suelo había restos de la pared y el griego pensó
que si recomponía esos restos podría descifrar lo que ponía.